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El viernes pasado la ciudad de Monterrey,
Nuevo León, México, se vistió de blanco y la temperatura cayó a unos ricos 5
grados.
Obviamente todos nos pusimos chamarras y
nos tomamos selfies al lado de monos de nieve hechos de escarcha de coches.
Yo me congelaba las bolas física y emocionalmente.
Salí del trabajo con un solo objetivo: Ver Justice League en el cine.
No es que sea fan de superhéroes o que me
sedujera el morbo de ver el bigote digitalizado de Clark Kent; era más un saber
que pedo con una de las más grandes películas de la última década; una cinta
que prometía ser la mejor o el desastre más sido de la historia del spandex.
Le dije a un amigo que no es fan de
superhéroes y accedió con la condición de ir completamente alcoholizado.
Sin pensarlo apartamos la función de las 11
PM y compramos un doce de esa cerveza navideña que no sabe a nada pero que te
alcoholiza rápido.
Después de pasar un par de horas tomándonos
las cheves y discutiendo temas de filosofía, religión y el rol de los
milennials en el sistema capitalista opresor del siglo XXI; a las 10:45 nos
pusimos las chamarras e iniciamos nuestra expedición al Cinépolis más cercano,
expulsando vapor alcohólico como dragones de hielo de alguna serie medieval
sobre-valorada.
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Desde que fue anunciada, Justice League ha
tenido un trayecto abrupto a las salas de cine.
La cinta que costó alrededor de 300
millones de dólares, llega al campo de batalla dominado por Marvel desde hace
casi 15 años.
La misión de Justice League es la de
mezclar una buena historia con masivos ingresos de taquilla, básicamente lo que
toda película que no sea de Jodorowsky quiere.
Pero desde el primer día de dordaje la
tragedia y la estupidez del estudio han hecho que el menor de sus problemas
fuera remover un bigote digital valuado en 12 millones de dólares o tener que
llamar al director de Avengers para grabar 80% de la cinta otra vez.
Por eso y porque me gustó Man of Steel,
decidí darle una oportunidad y entrar a la sala con mente abierta y niveles de
alcohol en la sangre.
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Justice lague empieza con un flashback de
unos niños entrevistando a Superman con el celular. Es una linda escena donde
no solo llegas a conocer al personaje, sino que intenta arreglar el daño
causado por Batman vs Superman, brindándonos un Superman humilde pero
idealista, como el de los comics y el que los fanboys virgenes de Internet
tanto añoran.
No sé, pero en ese momento empecé a sentir
esperanzas por la película, o quizá era todo el alcohol en mi sangre, pero a
los cinco minutos mi amigo ya se había dormido, y 20 minutos después, cuando la
Mujer Maravilla salva a unos niños europeos de morir a manos de un actor de
Game Of Thrones, mis ojos se cerraron y me quedé super jetón.
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Recuerdo cosas vagas, como a un villano
llamado StephenKing del cual jamás había escuchado.
SephenKing buscaba tres cajas que, si se
mezclaban, formaban otra caja más grande, en un poco inspirado intento de
Matryoshka, y eso significaba el fin del mundo o algo así, bien vergas.
Lo triste es que este villano tenía más
pinta de un mal cosplay de caballeros del Zodiaco con orejas improvisadas de
Mickey Mouse que de digno oponente de película de 300 millones.
En primera no se parecía en nada al autor
de novelas de horror del que se inspiraron.
También recuerdo escenas vagas de Ben
Affleck caminando a un bar en medio de las montañas, y por alguna razón ese bar
estaba lleno de vagabundos y Jason Momoa, quien se revela como Aquaman surfista
en decadencia.
Obviamente rechaza la oferta de Ben Affleck
de aparecer en la película y se aleja caminando al mar con una botella de
whisky que luego tira, contribuyendo a la contaminación de los mares.
Gracias, Aquamamón.
Planee prestar más atención a la película,
pero parpadee y me dormí otra vez, o quizá desperté y lo demás lo había soñado.
Pero recuerdo vagamente escenas de Wonder Woman en la bati-cueva charlando con
Alfred y haber sentido una inusual tensión sexual entre ellos dos.
Por cierto, Alfred es genial. Quiero ser Alfred
cuando crezca, pero sin lo mayordomo y sin lo de dormirme en lugares al azar.
Más adelante soñé que yo era Cyborg y mi
papá me prohibía salir de casa por miedo a que los vecinos pensaran mal de mi
super-shingón cuerpo robótico que parecía envoltura de aluminio, como esos
donde envuelves los burritos para que estén calientitos.
Tengo hambre… ¿qué no Cyborg salía en los
Teen Titans?
Claro, como olvidar a Flash, el superhéroe
tan veloz del cual no tengo recolección alguna en toda la película, pero lucía
bien en el poster.
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Creo que la parte más shingona fue cuando
profanan el cadáver de Superman para meterlo en una asquerosa alberca y
aventarle una tostadora para revivirlo.
No sé porque todos pensaron que sería un
genial plan, tal vez porque Cyborg lo propuso y nadie quería hacer sentir mal
al chico con el disfraz de aluminio.
El punto es que Superman despierta y se los
shinga porque supongo que estar muerto es mejor que seguir apareciendo en este
universo cinemático.
Al final Superman ve a la morra que era su
novia y ambos vuelan a su granja para encontrarse a sí mismo y después me volví
a dormir, obviamente.
Cuando desperté StephenKing ya tenía las
tres cajas y había invadido la ciudad de Springfield porque se estaba ocultando
en la planta de energía Nuclear del Señor Burns.
Por cierto, StephenKing tiene un ejército
de moscas androides gigantes, y solo por eso recuperó mi respeto.
Luego Aquaman decide que siempre si va
actuar en la película y grita obscenidades mientras toma de una botella de
whisky de quien sabe dónde salió, mientras impala moscas gigantes con su tridente
Atlantáneo.
El punto es que a pesar de que vagaba por
entre el reino de los sueños y el reino de DC, la película y mi intoxicidado
cuerpo no ayudaron, y cuando Cyborg se sube al bati-avión caí al bati-vacío.
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No el vacío literal, sino el vacío fílmico.
Empecé a soñar a Cyborg haciendo formas
horrorosas con sus manos, y a una niña shingandose a una cyber-mosca con
repelente. Cosas de pesadilla.
No sé cuanto tiempo pasé así, horas, días,
pero fue tal la bati-caída que mi amigo despertó y tuvo que darme un codazo. Cuando
abrí los ojos lo primero que vi fue a seis sujetos, uno de ellos Superman,
partiéndole la madre a StephenKing hasta que literalmente se va al cielo,
porque StephenKing es shingón.
Los últimos cinco minutos son la Liga
rescatando Springfield, pero sin ningún cameo de los Simpson.
Luego cada quien se va por su lado a seguir
con sus vidas y Batman le consigue jale a Flash de conserje o algo en algún
lugar.
A Superman le compra la casa Infonavit de
sus sueños en medio de un maizal, un módico precio para su silencio de aquella
tarde cuando mataron a StephenKing.
No fue hasta los créditos, y el cameo de
Lex Luthor con Solid Snake que me di cuenta que me dolía mucho la cabeza.
Así es, la Liga de la Justicia me provocó
cruda. Bueno, eso y el alcohol.