La soledad se vive en largos intervalos de negación
placentera que resulta en una fusión de palabras poco conocidas que terminamos usándolas
para castigarnos por nuestros propios errores del pasado.
El pasado es una entidad consciente y con un sentido del
humor extraño que de vez en cuando se asoma por la ventana y acaricia con su
uña el vidrio para provocarte un escalofrió en la espalda.
El pasado sonríe por tu ventana.
Las caricaturas de nosotros mismos resaltan en los momentos
de mayor debilidad de carácter y nos obligan a retraernos y a empujar a los que
nos rodean a un océano de incertidumbre y misterio.
Nadamos contra corriente en esta vida y nos sentimos solos,
muy solos, somos un grupo de peces ciegos que nadan hacia una misma dirección y
a veces empujamos con nuestra fuerza colectiva y rompemos la barrera de lo que
es real y lo que no, pero seguimos estando solos.