jueves, diciembre 13, 2018

ROMA (2018)


Roma es una película sobre la caída de un imperio y la terrible destrucción que la búsqueda del amor y sentido a nuestras vidas deja a su paso. Es sobre el miedo a la soledad y a perder la esperanza de que las cosas pueden ser mejores en un México inocente y apunto de sufrir heridas que todavía cargamos.

Roma es una ventana al pasado de Alfonso Cuarón, un recuerdo a través de los ojos de Cleo, la empleada doméstica de una familia de clase media alta que viven en una de las colonias más ricas en historia en la capital. Cleo, como muchos de nosotros, busca amar y ser amada, busca crecer y definir una identidad que se transfigura a la par de la familia a la que trabaja.

Es una elegía a todas las mujeres que recorren un sendero solitario e incierto en busca de su propia identidad:

“Estamos solas”, dice Sofía, la señora de la casa a Cleo una noche cuando regresa en el auto de su exesposo semi-destruido.

Somos Cleo en el cine, esperando al hombre que jamás volverá, somos Cleo en medio del caos y la sangre en las calles la misma noche en que el ejército masacró a sus estudiantes, somos Cleo en el gélido silencio del quirófano cuando se despide de su bebé, y del futuro que jamás se hará realidad, y estamos con ella cuando apaga las luces de la casa al final de un largo día.



El país, al igual que Cleo, sufre una transformación a causa de una traición, el mismo tipo de traición que afecta a toda la familia.  

En una escena presenciamos con Cleo el entrenamiento del grupo paramilitar ‘Los Halcones’, del cual pertenece el padre de su futura hija, el mismo grupo que más adelante siembra muerte y destrucción en las calles. En esa escena conocemos al ‘Profesor Zovek’, el superhéroe de la televisión e icono de disciplina y justicia entre los jóvenes, entrenando a este grupo (interpretado por el infame ‘Latin Lover’) y somos testigos de la traición de nuestros ídolos, la de los padres que matan a sus hijos, de las familias que se resquebrajan y, al igual que México, nos dejan cicatrices que nos transforman para siempre.

La película nos obliga a recordar nuestro propio pasado, a mirar los momentos que pocas veces enfrentamos, pero forman parte irremplazable de nosotros. Las postales de un México descubierto y plasmado en una pantalla y que nos recuerdan a un sueño, a un dulce recuerdo que puede volverse también una pesadilla.

Constantemente vemos elementos, gestos, sonidos, que nos evocan a otras narrativas, una calcomanía del PRI en un poste, un poster en la pared, cosas que nos hacen perder el hilo y nos adentran a un pasado semi-enterrado, que revelan un aspecto de nosotros, de nuestra cultura.

La cinta es también una celebración a la vida, a las personas que forman parte de nuestro círculo y a las mujeres que nos moldearon a lo largo del camino, que cruzan las calles sin voltear, que aman con todo su corazón y que presencian, desde el balcón, las llamas de la vida.

Una canción en medio del bosque o el reflejo de un avión en el agua nos recuerdan que nada es para siempre, mucho menos el dolor, y que la paz se oculta frente a nosotros, en nuestro interior, extendido en el infinito blanco del cielo, en una pantalla de cine.

‘Roma’ es una carta de amor al pasado, un breve recordatorio de nuestras raíces y los recuerdos que contribuyen a formarnos. El pasado es un espejo que, al igual que el cine, alimenta el recuerdo de emociones que nos hacen sentir vivos. Como Cleo, nos enfrentamos a olas fuertes que nos separan de los demás y que, si logramos superar, podremos sentir, al menos por un instante, un amor tan extenso y libre como el cielo.

ROMA (2018)

Roma es una película sobre la caída de un imperio y la terrible destrucción que la búsqueda del a...