La Gripe Porcina le llaman, la Influenza Porcina o la Influenza Norteamericana, tal vez como una especie de broma para hacer observar el hecho de que los norteamericanos son unos cerdos, de igual forma, como sea que usted le llame, se trata de un nuevo virus que se originó en México, o al menos allí fue donde empezó el caos y la moda de usar cubrebocas.
En primer lugar no hay pruebas contundentes de que los cubrebocas detengan la proliferación del virus, es como usar una biblia en tu bolsillo y creer que eres invulnerable a las balas. La razón real para repartir estas mascaras de Halloween, supongo yo, es para dar el mismo efecto de darle a un esquizofrenico su frasada, nos hará sentir seguros y nos hará confiar al 100% las desiciones de nuestras autoridades.
Otra cosa que he notado, en los lugares donde el pánico, la incertidumbre y donde prevalece la ausencia de abrazos, también hay gente tratando de sacar provecho de ello, como vendiendo cremas anti-germenes a precios exhorbitantes como si fueran la cura contra esta nueva enfermedad que se expande como conejos en una jaula estrecha. En donde hay miedo hay ganancia.
Muchos dicen que esto se trata de una farsa, todo esta convenientemente conectado con la visita de cierto hombre importante y con la legislación de ciertas leyes igual de importantes. La verdad no encuentro excusa para que un gobierno, o el mundo entero mientan a la población solo para salirse con la suya un fin de semana.
A menos que si estemos tan fregados como algunos piensan y la Influenza porcina sea lo último que tengamos que preocuparnos.
1 comentario:
tiene mucho sentido de que sea un mentira, que casualidad de que despues de que "el funcionario" viniera pasara todo esto,si ese pais (que no necesito decir cual es) no estubiera involucrado no creeria que todo es una mentira, por que mexico no es capas de inventar algo asi (por mucho que nos duela aceptarlo) no tienen la capacidad para inventar una mentira de tamaño mundial, solo cosas absurdas como "el chupacabras" o cosas por el estilo.
pero ni que acerle tenemos que aceptar que somos tan mediocres (o al menos las autoridadess) que sin la ayuda de una superpotencia no somos capaces de ni siquiera engañar a un pequeño niño.
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