Inconforme a esto, empecé la tarea de ver, simplemente ver todo lo que pasa y escuchar todo lo que se dice a mi alrededor tratando de absorber lo mayor posible y crear un juicio lo bastante justo sobre el estilo de vida que lleva la raza humana hasta nuestros días. No mucho se puede decir todavía, y creo que nada se podrá decir en mucho tiempo, ni siquiera se podrá alcanzar una conclusión satisfactoria el minuto antes de la destrucción del planeta y el fin de todo este experimento.
Lo único que se puede decir hasta ahora es que cada persona es en sí un androide de carne; y si bien puede tratarse de un Robin Williams en el Hombre Bicentenario, o de un T-1000 de Terminator 2, todos compartimos el mismo problema de los virus que infestan nuestro disco duro y nos hacen actuar de formas poco convenientes que harían que nuestro usuario nos arrojara por la ventana en un arranque de impaciencia al no poder cargar un video de youtube.
Simplemente dejamos de funcionar, nos dañamos, obramos mal, claro, hay veces que tenemos éxito, que nos sentimos felices, que podemos captar detalles insignificantes que nos obsequian sonrisas irónicas a sucesos inesperados. Pero nada me puede hacer olvidar que el ser humano es el Internet Explorer de los navegadores.
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