Lo que me llamó la atención de todo este viaje turístico es la seguridad y la prioridad que se le está poniendo en torno a la visita de este hombre.
Equipos de seguridad y tácticas, armas y tecnología que nunca pensé, tocarían suelo mexicano.
Desde más de 300 francotiradores en las azoteas de tiendas departamentales, abarrotes y ventanas de residencias, hasta agentes del servicio secreto que se darán la molestia de literalmente transformarse en turistas o mexicanos de hueso colorado vendedores de tacos o pico de gallo (claro, con la automática atada con cinta debajo). Hasta aviones circulando el cielo de México, y un enorme barco portaaviones en las costas, todo para la protección de un solo y pequeño hombre.
Me imagino que todo es normal por el clima politico actual.

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